Por Stephen Marche, The New York Times, September 10, 2018
Desde hace cincuenta años, el uso de las nalgadas como correctivo ha ido en descenso, pero ¿qué hay de los gritos? Casi todo el mundo les grita a sus hijos en algunas ocasiones, incluso los padres que saben que no funciona. Actualmente, gritar podría ser la tontería más generalizada en cuanto a crianza.
En los hogares donde los gritos son recurrentes, los niños tienden a desarrollar una baja autoestima e índices más altos de depresión. Un estudio de 2014 publicado en The Journal of Child Development comprobó que gritar produce en los niños secuelas similares al castigo físico: altos niveles de ansiedad, estrés, depresión y un aumento de los problemas de conducta.
A lo largo de tu vida como padre, ¿cuántas veces has pensado, después de gritarles a tus hijos: “Fue una buena decisión…”?
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